Año de nieves, año de bienes, dice el
refrán. En Andorra, un país en el que el turismo, sobre todo invernal, es parte
nuclear de la economía, el dicho ha sido dogma durante décadas. Sin embargo, al
«paraíso de los Pirineos», cada vez más inserto en una economía globalizada, ya
no le basta con la nieve. Durante muchos años, los andorranos, sobre la mitad de
sus casi 80.000 residentes, se sintieron unos privilegiados: un entorno natural
asombroso, una fiscalidad inimaginable a este lado de la frontera y una alta renta per cápita,
alimentada por los miles y miles de españoles y franceses que se dejaban tentar
por sus magníficas instalaciones de esquí y sus comercios de precios
imbatibles.
El paraíso, sin embargo, no era perfecto, y Andorra vio como no era
ajena a la crisis económica mundial y a la española en particular. Tuvieron su
burbuja, y posterior pinchazo, inmobiliario, y todos los sectores económicos han
sido golpeados con más o menos dureza: en 2011 el PIB cayó un 1% y 2012 se
cerrará con un descenso similar. «En el fondo, nuestro modelo económico no es
tan distinto al español, aunque el sector financiero ha aguantado mejor, y el
turismo y el comercio, nuestros principales pilares, han sufrido menos», señala
en declaraciones a ABC Francesc Camp, ministro de Turismo andorrano.
Ya hace años que el gobierno del país
vecino entendió que había que tomar medidas. La más urgente, y obligados por las
circunstancias de la crisis mundial, el acuerdo por el cual desde 2011 Andorra está fuera de
la lista negra de los paraísos fiscales que elabora la OCDE; la
siguiente, una nueva e inédita fiscalidad y, más tarde, desde 2012, la nueva ley
de Inversiones Extranjeras, que pretende la diversificación de su economía y la
atracción de inversión foránea.
Esta ultima medida, que amplía la tímida apertura iniciada en 2008,
no es un cambio menor en un país hasta ahora prácticamente vetado a las empresas
y profesionales de fuera. Así, por ejemplo, se levanta la limitación a las
empresas con más del 50% de capital extranjero, o se liberaliza el ejercicio de
los profesionales liberales para los no nacionales, con el único requisito de la
residencia en el país.
Adiós al «prestanoms»
La medida, además de atraer inversión y talento extranjero, acabará
también con una figura típicamente andorrana, la del «prestanoms»
(prestanombres), como en ese país se conoce a los testaferros con que se ha
sorteado durante años la restricción a la inversión foránea. «El balance es
positivo», señala el ministro Camp, que explica en el último año se han aprobado
122 proyectos de inversión, sobre todo en los servicios y el comercio, por un
total de 18 millones de euros.
En Andorra se es moderadamente optimista con respecto a 2013, y
decisiones que se toman en Francia o en España no les son ajenas. «La subida del
IVA en España aplicada en septiembre, por ejemplo, ha tenido un impacto muy
positivo en nuestro comercio», reconoce Camp. Andorra, más que nunca, vuelve a
levantar el tentador gancho del diferencial de precios.
Nieve, turismo, comercio... y algo más. Andorra confía en que su
pequeño país es ahora más que nunca atractivo para el inversor, con un impuesto
de sociedades de apenas el 10% y un IGI (el IVA español) del 4,5%.
Fuente: ABC
No hay comentarios:
Publicar un comentario